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Protección de la Infancia

 

Debemos legislar   una política transversal de cuidado y

fortalecimiento de la infancia, que considere la actualización

 de las leyes de protección de la infancia y de sus derechos,

 y que asigne más recursos para apoyar a los organismos del

Estado y a otras organizaciones sociales y no gubernamentales

que trabajan a favor de los niños, incluyendo la creación de la

Defensoría del Niño.

 

Prevenir la violencia y los abusos contra niños y niñas

 

El último estudio de Unicef (2012) indicó que en Chile

un 71% de los niños experimenta alguna clase de violencia,

 sea esta psicológica, física y/o sexual. Los castigos corporales

todavía no han sido completamente erradicados de nuestra

sociedad y en años recientes hemos debido enfrentar, en los

 más diversos entornos, la realidad del abuso sexual en contra

 de niños, niñas y adolescentes. Vamos por fortalecer los programas

 de prevención y protocolos de respuesta a abusos infantiles en

jardines y colegios, y por profundizar las iniciativas de fiscalización

 de todos los jardines infantiles del territorio nacional.

Se debe  capacitar de manera masiva al personal de salud,

educación y justicia en prevención e intervención frente al abuso

 infantil, y por incluir esta temática en la formación de pregrado

de futuros profesionales que se desempeñarán en esas mismas

áreas. Debemos  masificar programas de formación en desarrollo

de la sexualidad humana, afectividad y relaciones interpersonales

incluyendo las dimensiones de diversidad sexual, y promoción

de buenos tratos y prevención de la violencia entre géneros

en todo el ciclo escolar, porque se trata de una forma probada

de promover el bienestar, cuidado y el autocuidado de los niños,

y de prevenir malos tratos y abusos infantiles.

 

Legislaré pora apoyarpara las víctimas de abuso sexual infantil

 

En 2012 se presentaron una serie de medidas para

 combatir el abuso sexual infantil. Debemos   asegurarnos de

que esas medidas se cumplan en su totalidad y lo antes posible,

de modo que sean un avance efectivo en la prevención de

estas situaciones. Pero también nos vamos a ocupar de las víctimas.

 Y para ello necesitamos aumentar recursos para atenderlas.

Vamos a proveer atención terapéutica garantizada a través del

Auge para niños y adolescentes víctimas y para adultos sobrevivientes

 de abuso sexual infantil. Además, vamos a procurar los recursos

humanos y financieros para que las instituciones del Estado, y

 otras organizaciones que proveen atención y terapia de reparación,

 puedan reducir sus listas de espera y brindar ayuda

efectiva a los niños abusados y a sus familias.

 

Debemos prevenir y cuidar del embarazo infantil y juvenil

 

Según la Encuesta Nacional de la Juventud al año 2010

un 57,2% de los jóvenes sexualmente activos declaraba

haber vivido un embarazo no planificado entre los 15 y

19 años de edad. Dos de cada diez jóvenes declaran haber

 tenido relaciones sexuales antes de los 15 años de edad,

y ocho de cada diez, antes de los 19.

Desde una mirada que integra a niños y niñas, muchachos

y muchachas, no podemos dejar de reconocer que existen

 problemáticas diferenciales para los géneros. El embarazo

 adolescente, aunque representa un evento que irrumpe y

 complejiza la vida de cualquier joven (sea mujer u hombre),

es inevitablemente un desafío mayor para las muchachas:

 produce un impacto negativo en la educación secundaria,

reduce la posibilidad de cursar estudios superiores,

o acceder al trabajo, y disminuye la disponibilidad de

 recursos y apoyos (en la pareja o familia extensa, y

 en la comunidad) para acompañar la crianza y educación

 de sus hijos/as, al tiempo en que deben contenerse a sí mismas.

 

Políticas atención ginecológica/salud reproductiva.

 

 

Debemos tener acceso universal a la consulta ginecológica

de las adolescentes, métodos efectivos de prevención del

embarazo no planificado y no deseado, y apoyo formativo y

de orientación. Estas acciones pueden realizarse en los

consultorios. Sin embargo, y tomando en cuenta el sentimiento

de pudor, vergüenza o cuidado de su de privacidad que puedan

 tener las/los jóvenes en relación a sus padres o vecinos de la

 comunidad, puede suceder que muchos eviten visitar el consultorio,

restándose de beneficios que ya existen. Proponemos la creación

de unidades permanentes de orientación sexual y reproductiva

dentro del colegio -incluyendo el acceso a una matrona- vinculada

 a las Enfermerías. Las adolescentes pasan el mayor tiempo en

su escuela, y es un espacio cercano y “propio” donde recurrir

 para obtener información y orientación.

 

Orientación permanente a nivel de escuela. 

 

La información debe ser parte estructural y no esporádica

(como parte, por ejemplo, de los cursos de biología).

La información debe incluir

el desarrollo de la sexualidad humana, la afectividad y

las relaciones interpersonales, igualdad de género,

diversidad sexual, buenos tratos y autocuidado: todo lo

 que debe contemplar un programa de educación sexual

nacional obligatorio, desde temprana edad, comenzando

en la educación prescolar. 

 

Recursos formativos y charlas de apoyo a padres.

 

 Debemos fortalecer el involucramiento, cuidado y rol

orientador en materia de sexualidad, de los padres con

sus hijos. Y es importante que no solo la familia, sino la

comunidad y la sociedad como un todo, acompañe a los

adolescentes y ayude a fomentar un cambio de actitud

hacia ellos: no ver la adolescencia como una etapa que

 es solo fuente potencial de conflictos, problemas y riesgos,

 sino como una etapa central de elecciones para la vida,

donde no podemos restarnos ni aislar a los jóvenes, sino

estar disponibles para ellos. 

 

Apoyo al embarazo.

 

Debemos permitir el acceso a controles sanos del embarazo

y guía y acompañamiento emocional durante el proceso en

consultorios, hospitales y clínicas, pensando en la preparación

 para el parto, la lactancia, cuidado del recién nacido,

estimulación precoz y buenos tratos. Asimismo, acceso

 a horas de psicólogo, para contención y apoyo a mamás

 y papás adolescentes, y para apoyarlos en el desarrollo

de habilidades para el cuidado y vínculo de apego con

sus niños. El apoyo cobra una dimensión más urgente

todavía, en caso de adolescentes expuestas a violencia

 intrafamiliar o de la pareja, para ello se debe establecer

una estrecha coordinación entre el Ministerio de Salud

y el Sernam especialmente para asegurar condiciones

de vivienda y cuidado de las futuras madres.